En el fútbol predomina la violencia, en cánticos, peleas en las tribunas; dentro de esto una de las expresiones es la violencia machista y la homofobia que se expresan en las canciones que miles de hinchas corean en los estadios argentinos. También en el hecho de que son pocas mujeres las que ocupan las gradas, porque al fútbol siempre se lo consideró un espacio de hombres. El caso del seleccionado argentino femenino, por ejemplo, es un recordatorio incómodo de que el fútbol sigue siendo un espacio predominantemente masculino, donde lo femenino y lo diverso apenas comienza a hacerse oír.

Este fin de semana, el Corinthians de Brasil se consagró campeón de la Copa Libertadores Femenina por quinta vez. Sin embargo, en lugar de una celebración tradicional, las jugadoras difundieron un video en redes sociales donde expusieron las carencias que enfrentaron: “Ganamos, pero no todo es fiesta. Cambio de sede de última hora, falta de publicidad, malas canchas, riesgo de lesiones, solo 20 atletas inscriptos, partidos cada tres días, estadios vacíos, falta de calefacción en el campo de juego, estructuras precarias”, señalaron las futbolistas, denunciando la falta de respeto hacia el fútbol femenino. Este reclamo también fue apoyado recientemente por Laurina Oliveros, jugadora de Boca Juniors, quien destacó la necesidad de mejores condiciones para los futbolistas.

En Europa, algunos dirigentes de clubes han comenzado a implementar iniciativas para mejorar la experiencia de las mujeres en los estadios, como la campaña “On the ball”, que ofrece productos de higiene femenina en los baños. Es un pequeño paso hacia la inclusión que reconoce que las hinchas son una parte integral del espectáculo.

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En Argentina, aunque las mujeres han ganado terreno en las tribunas, el fútbol sigue siendo un espacio de conquista incompleta. Andrea Sosa, quien asiste regularmente a los partidos de Atlético y a la cancha de River, señala que llegar al estadio sin inconvenientes ya es una victoria. “Mi experiencia siempre ha sido buena, pero en partidos con juezas de línea los comentarios suelen ser más agresivos hacia ellas que hacia los hombres. A pesar del avance, queda mucho por recorrer”, reflexiona. Por su parte, Nadia Bellavilla, quien comenzó a ir a la cancha de San Martín cuando era la única mujer en su sector, destaca cómo ha cambiado la situación: “Antes, el fútbol para mujeres era impensado, pero ahora jugamos, opinamos y disfrutamos. El cambio social es grande”, señala.

Cambio cultural

El aumento de mujeres en los estadios es un testimonio de este cambio cultural. Antonela Iannantuoni, quien asiste a la cancha de San Martín con su hija pequeña y su pareja, considera que el estadio se ha convertido en un espacio familiar: “Es más inclusivo, pero falta trabajo para que sea realmente de todos y todos”, afirma con cautela.

Sin embargo, algunos desafíos persisten. Mailen Isas, que ha seguido al “Santo” por distintas ciudades, subraya las deficiencias estructurales que aún prevalecen: “Los baños suelen estar en mal estado, sin agua ni luz, y mucho menos con productos de higiene femenina”, critica. Bellavilla, por su parte, menciona mejoras recientes: “en el último partido en San Martín pusieron jabón líquido y protectores diarios en los baños. Es un paso, pero queda mucho por hacer”, recalca.

Aunque algunos hinchas sienten que los estadios están transformándose en espacios más seguros, otros, como Bellavilla, han enfrentado problemas de organización, especialmente en partidos concurridos como los de la Copa Argentina: “Hacer fila junto a los hombres en medio de los tumultos es complicado. No es intencional, pero los empujones y golpes son inevitables”, explica.

Sosa también subraya la importancia de reforzar los controles sobre los grupos violentos: “es fundamental aumentar los controles sobre las barras bravas, no solo por las mujeres, sino para que todos podamos disfrutar del partido sin miedo a la violencia”, sostiene.

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En Tucumán algunos clubes están dando pasos para mejorar la experiencia de las mujeres en los estadios. Atlético y San Martín han creado una Secretaría de Género para abordar estos temas de manera integral. Entre sus acciones destacan la capacitación del personal de seguridad en cuestiones de género y la mejora de los accesos para garantizar un entorno más seguro y cómodo para los hinchas. Estas medidas, aunque positivas, son solo el comienzo de un proceso más amplio hacia la igualdad en los estadios.

Aunque esta transformación es silenciosa, ya está en marcha. Cada vez que una mujer compra una entrada, celebra un gol o acompaña a sus hijos a la cancha, contribuye a abrir más espacios en este deporte. Como bien dice Antonela: “El estadio es nuestro también”. La cuestión a dilucidar es si realmente todos los que asisten están dispuestos a entenderlo de este modo.